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lunes, agosto 29, 2005 

Anunci de Morella

Ayer se celebró en Morella la fiesta de L'Anunci y, aprovechando que teníamos intención de asistir, Carla y yo decidimos adelentarnos un par de días y pasar todo el fin de semana por la zona. Al fin y al cabo, ha sido nuestra única escapada veraniega. Es lo que tiene que ella trabajase todo el mes.

El viernes después de comer salimos hacia la casa rural que había reservado el miércoles. Sí, lo preparamos todo a corre-prisa. Torre Julian está en el término de La Todolella, pero pilla bastante alejado. Desde el pueblo hasta la casa hay una carretera asfaltada por la que sólo cabe un coche, repleta de curvas, muchas de ellas sin visibilidad y con barrancos a los lados. Vamos, una aventurita llegar, pero vale la pena. El edificio es precioso y, más que una casa, es como un mini-hostal con varias habitaciones. Está todo muy reformado, lo cual le añade comodidad pero le quita un poco de encanto.

El sábado aprovechamos para visitar la zona. Por la mañana estuvimos en Mirambel, preciosa. No lo teníamos nada planificado pero nos salió bien. Comimos en la fonda del pueblo, que es completamente recomendable: comida casera típica de la zona y a un precio excelente. A destacar la cuajada del postre (sublime), aunque las perdices y el guisado con robellones también estaban requísimas.

Por la tarde nos acercamos a Forcall, ya que era el lugar donde teníamos previsto comer al día siguiente. Afortunadamente un amigo nos avisó de que iba a ser difícil porque estaban en fiestas. Después de dar un paseo por el pueblo, nos dirigimos a visitar Morella. Por supuesto, había un ambientazo. Como teníamos tiempo, nos dedicamos a visitar a fondo la ciudad. Entramos en los pequeños museos (el de palentología me encantó tanto por el contenido como su ubicación, en las torres de la murralla), en el ayuntamiento y subimos hacia el castillo. Camino al castillo estaban todas las carrozas que iban a desfilar al día siguiente en el acto central de la fiesta. En resumen, me gustó mucho el pueblo. Estaba todo muy arreglado y se nota preparado para el turismo.

La anécdota del día (y del finde) fue esa tarde. Volvía yo sólo a la casa rural después de intentar sin éxito reservar la comida del día siguiente en un restaurante de Cinctorres. Ya en "la carretera infernal", me crucé un pequeño cochecillo rojo que me hacía señales con la mano para que parase. Una chica se asomó por la ventanilla del conductor y me dijo algo como "¿Hablo inglés?". Efectivamente, un par de guiris perdidas por una carretera de Els Ports. Resulta que estaban buscando la misma casa que donde estábamos nosotros, pero que habían avanzado mucho y, al no verla y empezar a hacerse de noche, habían decidido volver al pueblo a preguntar. Se llevaron una buena alegría cuando les dije que yo también iba hacia allí y que me podían seguir. Al día siguiente, mientras desayunábamos, nos contaron que eran nada más y nada menos que de Nueva York. Resulta que, estando en Valencia, habían leído sobre Morella y habían decidido venirse a visitarla sin tener ni idea de que era precisamente el fin de semana de L'Anunci. En el hotel donde estaban, por supuesto, no había sitio para dormir el sábado por la noche así que, después de llamar a varios lugares, aquí habían encontrado habitación. Toda una aventura para ellas.

El domingo nos levantamos tarde, desayunamos tranquilamente y a eso de las 12 salimos hacia Forcall para esperar a Emilio y compañía. Viendo el plan, decidimos ir a Mirambel a comer, ya que por la zona más cercana a Morella parecía imposible. Pues bien, en Mirambel tampoco hubo manera. Finalmente, nos recomendaron dirijirnos hacia Cantavieja y allí sí, por fin, encontramos sitio en el Hotel Balfagón. Destacar también que el trecho de carretera Mirambel-Cantavieja no es que se encuentre en las mejores condiciones. De hecho, el ascenso a Cantavieja tiene tela. La comida bien, pero no tenía el toque casero de los otros sitios donde comimos el fin de semana.

Y, para rematar el finde, justo cuando acabábamos, Carla nos dijo que estaba teniendo todos los síntomas de un cólico de riñón. ¡Yupi! Afortunadamente, ella es médico y sabía lo que tenía que hacer: simplemente buscar Nolotil. En el hotel no sabían cual era la farmacia de guardia más cercana, pero dio la bendita casualidad de que el centro médico de Cantavieja estaba de guardia. Allí la atendieron maravillosamente, le chutaron el Nolotil y en un ratito estábamos en la calle. Pero claro, Carla no estaba en condiciones de irnos toda la tarde a hacer el cabra con el confeti de la cabalgata; de modo que, ella y yo, nos volvimos a Castellón, mientras los demás se iban hacia Morella.

Como podéis ver, poco puedo contar el Anunci de Morella, pero que conste que era nuestra intención asistir. Pese a todo, el fin de semana ha estado genial y, afortunadamente, Carla ya está 100% recuperada.

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