[MICROCUENTO] El moco asesino
Ni hablando por el móvil, ni encendiendo un cigarrillo, ni cambiando la emisora de radio. Alberto estaba intentado sacar un moco de las profundidades de su nariz, cuando aquel camión averiado apareció tras una curva de la autovía. Un par de bomberos juraron haber oído una risa maléfica cuando, por fin, consiguieron sacar el dedo de su nariz tras extraer el cadaver del amasijo de hierros en que se había convertido su coche. Éste fue el escalofriante hecho que dio lugar a la leyenda urbana del moco asesino que dicen que habita en las carreteras de todo el mundo. Tened cuidado, mis queridos amigos, con lo que hacéis cuando estais al volante.