Filtraciones al mundo exterior

Hace algo más de un año, en junio de 2005, realicé mi primer vuelo transatlántico. Como ya sabréis los que me conocéis, fue a Canadá, concretamente a Toronto, para asistir a un congreso que se realizaba en una universidad cercana. Volé con la compañía Air France, con lo que la escala desde España (desde Madríd, concretamente) fue en París. Tanto los distintos vuelos como el viaje en sí fue todo genial.

Hoy leo en El País que ha habido un incendio en un avión en el aeropuerto de Toronto. Dice la noticia que "el aparato, un Airbus 340 de Air France procedente de París, se ha salido de la pista y ha derrapado hasta chocar contra un terraplén antes de arder en llamas". Afortunadamente, sólo ha habido heridos leves. Los sistemas de seguridad han funcionado a la perfección.

Sé que cada día hay cientos de miles de vuelos en todos el mundo y las noticias como esta son la excepción, pero no por ello he dejado de soltar un "¡vaya!" al ver el titular. Eso sí, sigo pensando que el avión es un medio de transporte muy cómodo y seguro. Sin ir más lejos, ya tengo billetes para asistir a mediados de septiembre al congreso de Granada. Aunque esta vez, cuando vayamos a aterrizar, seguro que me acordaré de esta noticia.